Un estudio revela que la eólica podría satisfacer la demanda energética mundial en 2030

    En su estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), Mark Jacobson, de la Universidad de Stanford, y Cristina Archer, de la Universidad de Delaware, han adaptado el modelo informático GATOR-GCMOM de tres dimensiones, atmósfera-océano-tierra, para calcular el potencial máximo teórico de energía eólica en el planeta, teniendo en cuenta la reducción del viento por las turbinas. Según sus cálculos, cuatro millones de turbinas con una altura de 100 metros y una potencia de cinco megavatios generarían 7,5 teravatios de energía, bastante más de la mitad de la demanda mundial que se sitúa en 5,75 teravatios.
    Ambos investigadores sostienen que aunque existe un límite en la cantidad de energía que puede generarse a partir del viento, su potencial supera ampliamente las necesidades de consumo. La cantidad de energía que se obtiene aumenta proporcionalmente al número de turbinas instaladas pero llega un momento en el que la producción se satura y aunque se instalen más turbinas, no aumenta la cantidad de energía generada.
    Este nuevo estudio contradice investigaciones anteriores que indicaban que el potencial eólico estaba muy por debajo de la meta agresiva y ofrece una visión más sofisticada mediante la separación de los vientos atmosféricos en cajas hipotéticas apiladas unas junto a otras, cada caja tiene su propia velocidad del viento y clima. En su modelo, los científicos expusieron turbinas individuales a los vientos de varias cajas a la vez, un grado de resolución que los modelos mundiales anteriores no habían alcanzado.
    Con un solo modelo, los investigadores fueron capaces de calcular la exposición de cada aerogenerador en el modelo a vientos que varían en el espacio y el tiempo. Adicionalmente, el modelo extrajo la cantidad correcta de energía eólica reivindicada por las turbinas, reduciendo la velocidad del viento en consecuencia, mientras conservaban la energía. A continuación, los expertos calcularon el efecto de estos cambios en la velocidad del viento en las temperaturas globales, la humedad, las nubes y el clima.
    En términos de superficie, este trabajo situaría la mitad de los cuatro millones de turbinas en el agua, y el resto requeriría un poco más de la mitad del uno por ciento de la superficie terrestre. Estas zonas podrían servir para un doble propósito como la creación espacios abiertos, campos agrícolas, ranchos, o para la vida silvestre. Los investigadores inciden en la importancia de situar las turbinas en lugares específicos con fuertes vientos, dispersándolas por todo el mundo en lugares estratégicos como el desierto del Gobi, las praderas americnas o el Sáhara.



  • Fecha de la noticia: 2012-09-11
  • Fuente: Apecyl
  • Ambito: Internacional
Activar notificaciones No, gracias