Los vaivenes del precio eléctrico en España

    Estamos viviendo semanas «con mucho voltaje» en el sector eléctrico nacional, pasando completamente desapercibido para la gran mayoría de los mortales. No obstante hay que apuntar que desgraciadamente los perjudicados estamos siendo tanto los consumidores domésticos como los industriales, hasta tal punto que como la situación no se controle adecuadamente, y sin magnificar, nuestra actividad industrial puede tener serios problemas en el corto-medio plazo consecuencia de la falta de competitividad por los elevados precios del suministro eléctrico.
    Si tras los sucesos acontecidos a finales de 2013, en donde a raíz de una decisión del Ministro de Hacienda tomada a finales de mes de noviembre por la que se obligaba a las compañías eléctricas que tuvieran que soportar los 3.600 millones de euros de déficit de tarifa del año pasado, cuantía que quería el señor Soria, Ministro de Industria, Energía y Turismo, imputar como deuda de Estado (a la sazón, «regalo» a las eléctricas), el precio de la electricidad en el mercado mayorista se incrementaba de manera completamente escandalosa desde los 49,71 euros/MWh del 1 de diciembre hasta los 93,11 euros/MWh del 8 del mismo mes, justificado desde UNESA (patronal de las eléctricas), que era debido a la escasa eolicidad e hidraulicidad (poco viento y poca actividad hidráulica). Dicho incremento fue tal que durante el mes de diciembre tuvieron que parar su actividad 25 empresas que demandan gran cantidad de electricidad en España por los elevados costes de producción, con las consecuencias que eso conlleva de tipo sociolaboral-económico.
    Días antes del 19 de diciembre, el precio de la electricidad se encontraba en 61,83 euros/MWh, marcada esa fecha como punto de inflexión, al menos por el momento, consecuencia del resultado de la subasta CESUR por la que se habría producido una desacertada subida en los recibos de todos los consumidores desde el 1 de enero. El propio Gobierno, horas más tarde tuvo que actuar para controlar la sangría (no sin suspense de la manera en la que lo haría), anulando el resultado de la subasta y dejándola sin efecto, previo informe de la meses antes constituida Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), en donde se decía que habían concurrido «circunstancias atípicas» que impidieron que la puja se desarrollara en un entorno de «suficiente presión competitiva». Las malas lenguas y muchos agentes del sector creen que las eléctricas jugaron a ser «el más fuerte» con el Gobierno, retando a éste, aunque poniendo en serio peligro la estabilidad macroeconómica nacional y la microeconómica de muchas empresas y familias.
    Tras lo sucedido por entonces y con la llegada del período navideño, el precio se relajó de manera importante, debido a la baja demanda de esas fechas y a la entrada en la Península de la ciclogénesis explosiva que hizo trabajar a pleno rendimiento los parques eólicos instalados en España, hasta tal punto que el precio del kWh llegó el día de Navidad a valores de 5,42 euros/MWh, y siendo la tecnología eólica la que cubría más de la mitad de la demanda eléctrica nacional por esas fechas (con esto se demuestra que las energías renovables no son del todo «malas» como algunos, de manera muy interesada, les gusta dibujarlas).
    En el último Consejo de Ministros del año 2013, y antes de tomarse las uvas los miembros del Gobierno y brindar por unos meses venideros con algo menos de intensidad energética, se aprobó una subida para los consumidores de un 2,3%, con lo que se aplazaba hasta finales del primer trimestre de 2014 para establecer un nuevo mecanismo de fijación de precios, y de esa manera tener tiempo suficiente para estudiar todas las opciones posibles. Lo llamativo de esto es que desde la Secretaría de Estado de Energía ya se han solicitado propuestas a las eléctricas de la nueva metodología, lo que a priori puede entenderse como nuevamente falta de transparencia en algo tan importante como es el precio del suministro eléctrico.
    El mes de enero se ha cerrado con un precio medio aproximado de 34 euros/MWh, es decir, casi la mitad de la cuantía de la famosa subasta y un 30% inferior al precio que fijó el Gobierno tras la anulación de la misma. A la vista de las circunstancias, ¿por qué el consumidor doméstico e industrial no se puede aprovechar de esta situación?, ¿resulta alguien beneficiado de esa ineficiencia del sistema actual?. Conviene señalar aquí que durante el mes de enero la energía eólica ha sido la tecnología que más ha participado en la cobertura de la demanda en España, por delante incluso de la energía nuclear.
    A la vista de lo dicho anteriormente y a modo de resumen, es evidente que se tienen que producir reformas en el sector energético, pero de las de verdad y no de las de «pacotilla», que sólo sirven para enmarañar aun más un sector que de por sí no es fácil por los intereses que en él se tienen. Asimismo, está completamente demostrado que las energías renovables resultan imprescindibles en un mix energético equilibrado por la rebaja en el precio del kWh que ocasionan, por lo que es necesario regularlas y no menospreciarlas como algunos hacen, sin fundamento y con la única intención de seguir controlando un sector en forma de oligopolio.



  • Fecha de la noticia: 2014-02-04
  • Fuente: Apecyl
  • Ambito: Regional
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